Escena I.
EL JOVEN: Los tanques la han rodeado por completo, han encendido los fanales de las cuatro esquinas que suelen usarse en las fiestas, para alumbrar los tiros. Tempo que hayan fregado a todos los no han salido corriendo. No hay más que cadáveres en todas las calles.
HOMBRE: ¡No hay ni un lugar seguro en esta ciudad! Incluso quedándote en tu casa las balas pueden alcanzarte. Un anciano de mi edificio ha salido al balcón para poner a salvo unas macetas donde tenía plantadas unas cuantas orquídeas, por miedo a que el humo de los coches incendiados en la calle las estropeara. Quién iba a pensar que en cuanto abriera la puerta, entraría una bala y le atravesaría la frente. Murió en el acto.
EL JOVEN: Se trata de francotiradores que han recibido un entrenamiento especial. Tienen miedo de que la gente tome fotos, que haya pruebas de las atrocidades.
Escena IV
LA JOVEN: ¿Qué diferencia hay entre suerte y milagro?
HOMBRE: Los milagros los concede el cielo o son manifestaciones de Dios. Y Dios no existe. Pero la suerte pertenece simplemente al azar. La vida es precisamente un tipo de azar. Venimos a este mundo por azar después de que nuestros padres hayan hecho el amor y por azar también desaparecemos. Si no morimos en la guerra, morimos de enfermedad, y si no morimos masacrados, morimos en un accidente de tráfico.
Escena XIV
LA JOVEN: Un barco.
EL HOMBRE: ¿Cómo dices?
LA JOVEN: Una vela flota sobre el agua, pero no se a donde va. Y tampoco sé si está viva o está muerta.
EL HOMBRE: No es posible diferenciarnos a ti y a mí. No hay ni e
xistencia ni muerte. Es el caos.
LA JOVEN: No es posible ver las estrellas y la luz. No sé donde estoy tendida, no hay más que sombras extrañas.
EL HOMBRE: Sin poder adivinar… sin poder comprender… sin pensamiento y sin deseo.
LA JOVEN: El fuego artificial alumbra y apaga la caricia de una mano inerte de pereza. Un sueño tan lúcido, un sueño real.
EL HOMBRE: Esas manifestaciones, esos mítines, esas protestas, esas querellas, esas indignaciones, esas declaraciones, esas botellas de limonada, esas cajas pisoteadas, esas basuras en la plaza... No hay nada ya. Es increíble. Nunca he sentido tal indolencia. No quiero hacer nada, ya no tengo ganas de apresurarme.
LA JOVEN: Ni examen, ni cita. Ni siquiera la molestia de ir a ver una película a fin de cuentas desilusionante. Y esas miradas desamparadas, sin recuerdos, ni penas.
LA JOVEN: (Pensativa) ¿Y si fuésemos estúpidos todos?
EL HOMBRE: Frente a la muerte no somos ni valientes ni cobardes. Tampoco somos santos. Solo impotentes... y estúpidos.
Escena XVII
EL HOMBRE: Todo el mundo está poseído por el deseo, los hombres y las mujeres no difieren nada en ese plano.
LA JOVEN: Sin duda, pero ustedes no tiene la benevolencia de la mujer. Solo piensan en poseer, en arrebatar sin aportar nada. En tanto que la mujer, aparte de amante, es también madre. Los aceptará siempre, aunque la hayan herido en lo más hondo de su carne y de su alma.
EL HOMBRE: Una madre tal vez... Pero también una hija.
LA JOVEN: Razón de más para no herirla.
Escena XVIII
LA JOVEN: No te contengas... Llora a tus anchas. No se te puede oír desde afuera. YA es de día. Ya no vendrán
EL JOVEN: Te... Te amo.
LA JOVEN: No hables de amor. El amor murió.
Escena XIX
LA JOVEN: (Arrebatándose.) Todos ustedes de Ahogan. Frente a la soledad. Frente a ustedes mismos, corren hacia las mujeres para desplegar sobre sus cuerpos los tormentos. ¡Pero no se les ocurre que esas mismas mujeres pueden, también ellas, sentir la necesidad de huir de su soledad y manifestar su personalidad y dignidad!.... Ustedes solo lloriquean por sus deseos sin aplacar, pero sin permitir a la mujer a la que dicen amar, expresar sus propios deseos... Al menos que coinciden con los de ustedes. Trasladan a nuestros cuerpos su padecimiento, sin imaginar por un instante que esos cuerpos podrían estar impregnados de nuestros propios sufrimientos. Son ustedes egoístas, egocéntricos, innobles... (Ríe nerviosamente.) Sin embargo, solo son ustedes verdaderos al estar desnudos frente al cuerpo desnudo de una mujer.
EL HOMBRE: (En voz baja) ¡Juegas con fuego!
LA JOVEN: (En voz baja) Juego con la muerte.... Mucho antes de que llegue la muerte la mujer ya está destruida por el hombre a quien ama.Autor: Gao Xingjian.
Dirección: Gunnary Prado
Actores: Silvia V. Noguerón.
Alejandro Sosa
Regufio García.
Producción ejecutiva: Erandini Alvarado.
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